lunes, 7 de septiembre de 2009

La perspectiva Holista de la enfermedad mental: Un enfoque integracional.

La palabra “Holista” proviene del griego “holos”, que significa todo, completo, total, y se suele asociar a lo integral. De este modo el organismo es entendido como una integración física, psicológica, intelectual, emocional y social sólo separable en el papel, más amalgamado en la realidad. De este mismo modo si entendemos el concepto de salud tal y como lo postula la OMS -esto es utilizando criterios de medición somáticos- podemos caer en la falta de rigor de considerar la enfermedad y la salud como “estados” dicotómicos opuestos uno del otro, perdiendo la comprensión de la enfermedad en primera instancia como un proceso de reacción normal del organismo hacia un cambio en su ambiente, siendo lo que conocemos por salud parte del mismo proceso. Por tanto, podemos en este campo hablar de un proceso de “salud-enfermedad” que se da en un contexto que facilita o restringe que este proceso se despliegue del modo que ha de desplegarse, esto es, conflictos relacionales que provocan crisis de Pánico que el Alprazolam claramente no va a solucionar, autorreproches por “no cumplir ni ser suficientes” que nos sumen en Depresiones que la Fluoxetina tampoco va a arreglar. Tememos tanto al dolor que no comprendemos su utilidad en la vida como señal sintomática de procesos de enfermedad y/o propulsor de nuestro propio aprendizaje. Tememos tanto el resfriarnos en invierno que a veces no notamos que nos resfriamos “normalmente” un par de veces por año. Apenas nos duele la cabeza tomamos una Aspirina sin pensar en que la molestia se debe a que hemos dormido poco o hemos estado en lugares con poco aire.

Al utilizar este tipo de mirada ante el proceso de salud-enfermedad, cambia inmediatamente el abordaje técnico utilizado ante lo que llamamos enfermedad, siendo necesaria no solo la batalla contra lo que llamamos enfermedad sino que también la prevención de ello así como la promoción de conductas y modos de vida más saludables en lo que se llama un “estilo holístico”(Bermejo, 2005), esto es una experiencia personal de armonía y gestión -con responsabilidad- de la propia vida, de los propios recursos, límites y disfunciones en cada una de las dimensiones personales, sean estas física, intelectual, relacional, emocional, espiritual y religiosa. Así también es como en lo psicológico, además de la ausencia de patología o disfunción, la salud desde el punto de vista holístico significa libertad en el pensar mediante un estilo más abierto y genuino, fiel y respetuoso con el propio mundo interno (y no solo centrado en cumplir y adaptarse con el vertiginoso mundo que nos tocó vivir), aprendiendo y aceptando nuestras propias emociones en vez de asfixiarlas y juzgarlas e integrando psique y cuerpo como la unidad que es y dejando así el dualismo que nos hace pensar en el cuerpo como un depositario de lo que somos, ya que en el fondo es al revés: somos nuestro cuerpo, cada parte de él. Por tanto, cuidar nuestra salud mental también es cuidar nuestra salud física, respetando nuestras horas de sueño, alimentándonos de modo saludable, aprendiendo a escuchar e interpretar lo que nos dice en el lenguaje de las sensaciones y síntomas, manteniendo la armonía física y emocional y promoviendo así el autocuidado y la autoestima. Esto significa que la responsabilidad de nuestra propia salud está en nosotros, no en el médico; así, tenemos la responsabilidad de escucharnos, respetarnos, mantener conductas saludables, mantener relaciones sociales sanas aprendiendo a escuchar flexible y empáticamente, creando contextos favorecedores de procesos de salud mental. La salud mental es una experiencia de relación física, social y espiritual consigo mismo y el mundo y no se reduce solamente a un buen funcionamiento de nuestra química cerebral.

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